Linux para seres humanos.

Con la versión 7.10 de su sistema operativo libre aparecida en octubre, Ubuntu Linux hace bueno su lema

La familia de sistemas operativos construidos en torno al núcleo
Linux tiene una doble fama positiva y negativa. Por un lado, se los
considera sistemas robustos, fiables y libres de virus. Al ser software
libre (susceptible de copia, modificación y distribución, incluso para
uso comercial), administraciones públicas y empresas se aprestan a
desplegarlo. Como ejemplos, Extremadura, Brasil, IBM, Google y Amazon
son usuarios extensivos de Linux.

El otro lado de la moneda
está en la diversidad de distribuciones; no hay un sólo Linux, sino
muchos, y el público tiene de ellos la imagen de ser sistemas complejos
y "sólo para expertos". La propuesta de Ubuntu es aprovechar estas
ventajas, tanto percibidas como reales, e intentar arreglar los
inconvenientes.

Ubuntu
es un sistema operativo basado en Debian (notorio por su
perfeccionismo), pero con un ritmo de actualización más frecuente.
Ubuntu publica una edición nueva cada seis meses, en abril y en octubre
de cada año, y su público objetivo es el usuario común.

El
objetivo de Ubuntu es la facilidad, tanto de instalación como de uso.
Del catálogo de más de 20.000 programas de Debian, Ubuntu ofrece una
selección básica pensando en la simplicidad. De ahí su lema jocoso:
"Linux para seres humanos".

Nueva versión

La versión de Ubuntu de
octubre de este año (la 7.10, nombre en clave Gutsy Gibbon) facilita
aún más la instalación y el reconocimiento del hardware, especialmente
para las tarjetas gráficas sin controladores libres. Este punto es
importante porque esta versión incorpora un escritorio con efectos
visuales basados en tarjetas gráficas de altas prestaciones.

Instalé
Ubuntu 7.10 en un ordenador nuevo con Windows, y también actualicé mi
portátil, que funciona con Ubuntu desde hace dos años y medio. La
actualización es casi automática. El sistema avisa cuando hay una
versión más moderna que la instalada, y basta con aceptar, introducir
la contraseña y esperar.

Tras un par de horas con el ADSL
funcionando al máximo (sin dejar de usar el ordenador), y después de
reiniciar, un diálogo me ayudó a configurar los drivers (controladores)
no libres de mi tarjeta gráfica (una Nvidia FX 5200), y ya está: en
este ordenador es donde estoy escribiendo esta reseña.

Continuar leyendo este interesante artículo de Javier Candeira en Público

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