Leerlo para creerlo!! El País publica un artículo sobre las nuevas medidas institucionales que se pretenden tomar en Reino Unido con respecto a las personas inmigrantes. En lugar de encaminarnos hacia un modelo intercultural, nuestros convecinos británicos pretenden que su isla sea sólo suya..
Al parecer, dos miembros del Gobierno británico han rescatado la idea de que
los inmigrantes pasen un examen antes de obtener la residencia en Reino
Unido o incluso antes de que obtengan permiso para ir a este país a
estudiar o a trabajar. También propusieron la instauración de un día de
fiesta nacional para ensalzar los valores británicos.
Ninguna de las propuestas es nueva. David
Blancket acarició en su paso por el Ministerio del Interior la cuestión
de los exámenes como una fórmula para forzar la integración de los
extranjeros que se instalan en Reino Unido. Y el primer ministro a la
espera y todavía responsable del Tesoro, Gordon Brown, evocó ya en
enero de 2006 la idea de celebrar el día de la madre patria: su
preocupación entonces, por encima de todas, era dejar muy claro que el
hecho de que él sea escocés no le hace menos británico y, sobre todo,
no supone un impedimento para ser primer ministro.
Las propuestas fueron reflotadas ayer por la ministra responsable de
Comunidades y Gobierno Local, la brownita y muy católica Ruth Kelly, y
por el viceministro de Inmigración, Liam Byrne. Ayer presentaron juntos
un panfleto titulado Un lugar común en el que lanzan sus ideas sobre la
identidad británica y el derecho de los extranjeros a la ciudadanía
británica.
Se inclinan por un sistema como el australiano, que da y quita
puntos a los inmigrantes en función de su dominio del idioma, su
conocimiento de la cultura local, su participación en organizaciones de
la sociedad civil pero también de acuerdo con su historial delictivo,
su comportamiento antisocial o si tiran papeles al suelo.
Es de esperar que la exigencia de saber inglés no se aplique a
quienes intentan acceder a Reino Unido precisamente para estudiar
inglés. Y es una lástima que la penalización por comportamiento
antisocial no se aplique también a los británicos, cuyo vandalismo
juvenil alcanza cotas inimaginables en el continente.
De las propuestas de puntos quedarían excluidos los ciudadanos de la
Unión Europea, quizá porque si estos países aplicaran el mismo rasero a
los británicos apenas una minúscula porción de los que tienen casa en
España, Chipre o Francia, por ejemplo, pasarían un examen de idioma y
cultura locales.
Propuestas como éstas reflejan sobre todo el creciente
distanciamiento entre la mayoría blanca, cristiana, británica desde
siempre, y la creciente minoría musulmana en Reino Unido, sobre todo
desde los atentados del 7 de julio de 2005. Por ejemplo, una reveladora
encuesta difundida esta misma semana por la cadena de televisión
Channel 4 pone de manifiesto que uno de cada cuatro musulmanes
residentes en Reino Unido cree que el 7 – J no fue obra de cuatro
jóvenes británicos y que los cuatro suicidas cayeron en una trampa de
los servicios secretos británicos.